EL AIRE CONTAMINADO ENFERMA

La contaminación y la injusticia ambiental y étnica están perjudicando – y hasta matando – a nuestros niños.

Artículo escrito por Lance Frazer

Una extensa investigación indica que ciertas áreas del planeta y algunas personas se ven más afectadas por la contaminación del aire que otras. La exposición desproporcionada y las disparidades en la salud de algunas personas siguen siendo un problema para las comunidades BIPOC (Black, indigenous and Peplo of color – es decir, negros, indígenas y personas de color), remarca Kristie Trousdale, subdirectora de la organización Children’s Environmental Health Network (Red de salud medioambiental infantil).

“Las políticas racistas en materia de vivienda, planificación urbana y transporte, segregaron a las personas de color en barrios más contaminados, dirigieron las principales autopistas a través de estos barrios y desalentaron la inversión en los mismos”, dice Trousdale. “Asimismo, es posible que se edifiquen fábricas que contaminen a estas comunidades ya que los residentes generalmente carecen de los recursos, el tiempo y el poder político para detener dichas obras. A pesar de que los factores socioeconómicos también son importantes, estas disparidades raciales que vemos son válidas para todos los niveles de ingresos”. 

“En los Estados Unidos, es probable que las personas de color tengan acceso limitado a una atención médica de calidad, a diferencia de sus pares blancos. De hecho, el índice de asma es el doble en los niños negros que en los niños blancos; aparte de tener el doble de probabilidades de ser hospitalizados y cuatro veces más probabilidades de morir a causa del asma que los niños blancos”, agrega Trousdale.  

Conexiones con enfermedades 
|El asma, un trastorno crónico que produce inflamación de las vías respiratorias en los pulmones, afecta actualmente a unos 300 millones de personas en el mundo. No existe cura y, por lo general, se requiere tratamiento. Los desencadenantes de esta enfermedad son alérgenos, irritantes, infecciones virales y cambios climáticos como la contaminación del aire. 

De hecho, un estudio reciente realizado por la universidad George Washington indicó que cerca de 2 millones de niños en el mundo padecen asma cada año debido a la inhalación de dióxido de nitrógeno, proveniente de las emisiones de los caños de escape de los vehículos, las centrales energéticas y las fábricas. 

El libro “Pediatric Asthma: A Global Epidemic” (Asma pediátrico: una epidemia global), escrito por la Dra. Denise Serebrisky, directora del departamento de neumología y codirectora del equipo colaborativo de asma pediátrico en los hospitales NYC Health + Hospitals/Jacobi incluye estos hallazgos:

  • El asma es la enfermedad crónica más común en los niños. Se encuentra entre las 20 principales enfermedades en la lista mundial, medida por los años de vida ajustados por discapacidad.
  • La contaminación del aire es especialmente peligrosa para la salud de las poblaciones susceptibles, como los niños y los ancianos. Los niños corren el mayor riesgo porque inhalan un volumen más alto de aire por peso corporal. 
  • Los niños que viven cerca de áreas con tráfico incrementan el riesgo de síntomas asmáticos, ausencias en las escuelas y hospitalizaciones por asma.
  • Las urbanizaciones y la industrialización acelerada en todo el mundo han incrementado la contaminación del aire y, por lo tanto, la exposición de la población al mismo. 

¿Por qué los niños son más propensos a padecer asma que los adultos? Los niños respiran más rápido, su sistema inmune y sus pulmones todavía no se han desarrollado completamente, y son más pequeños que los adultos. Están más cerca del suelo, donde se concentran los contaminantes, explica Abheet Solomon, uno de los directores principales de la división de salud de UNICEF.

“El asma puede crear una serie de problemas de por vida”, agrega Solomon. 

Estos problemas suponen una enorme carga para los sistemas médicos del mundo. A nivel mundial, el costo económico del asma excede los de la tuberculosis y los del VIH/SIDA combinados (se estima un gasto de aproximadamente USD56 mil millones anuales en los Estados Unidos solamente). Las economías desarrolladas gastan hasta un 2% del presupuesto sanitario en asma.

“La educación también se ve afectada, lo que consecuentemente incrementa el nivel de pobreza en las áreas afectadas y la inmensurable posibilidad de un futuro perdido”, dice Solomon.  

Uno de los problemas es la falta de atención mundial.

“La medicina en los países de bajos y medianos ingresos se ha centrado en las enfermedades infecciosas”, indica Solomon. Por lo que no estamos preparados para lidiar con el problema de la contaminación”. 

La educación es clave 
Solomon dice que la contaminación es una cuestión de equidad. 

“Incluso en países y áreas adineradas todavía hay personas que viven en zonas contaminadas, en hogares sin sistemas de filtración o con viejas estufas de carbón para calentar y cocinar”, añade Solomon. 

Hasta la fecha, el sistema medico se ha enfocado en los patógenos y no en las sustancias contaminantes. Debemos capacitar y concientizar al personal de salud acerca del impacto de estas sustancias tóxicas en la salud. 

“Debemos educar más a los maestros y a los padres acerca de cómo los contaminantes afectan la salud de los niños y qué medidas tomar para protegerlos”, resalta Solomon. 

Solomon cita a Georgia y Mongolia como dos países dignos de un “optimismo cauteloso”. Un estudio de 2018 halló que el 41% de los niños de Georgia tenían niveles muy altos de plomo. 

El gobierno de Georgia ha trabajado con UNICEF para crear un plan plurianual para identificar y controlar las principales fuentes de exposición al plomo y tomar medidas a corto, mediano y largo plazo. La estrategia nacional también incluye educación y capacitación adicional al personal médico del país. 

En Mongolia, Solomon dice: “el mayor problema es el uso de combustible sólido para cocinar y calentar. El país ha progresado; procura usar combustibles más seguros, educar y hacer participe a los jóvenes del país. Pero, el cambio no sucederá de la noche a la mañana, tomará tiempo”.

Solomon es optimista, pero el camino a seguir no está muy definido. 

“Hasta la fecha, gran parte de nuestra inversión en el cuidado de los niños del mundo se ha enfocado en las enfermedades transmisibles. Pero, la contaminación es algo muy diferente. Los niños afectados por la contaminación pueden sufrir de por vida enfermedades causadas por contaminantes como el dióxido de nitrógeno”, dice Solomon.

Los efectos varían desde retrasos en el desarrollo, problemas cognitivos, mayor riesgo de padecer cáncer o problemas cardiovasculares – cada una de estas complicaciones pone una carga mayor en las familias.  

“Estos problemas requieren el mismo nivel de compromiso que demostramos durante el COVID”, remarca Solomon. “Se que este problema todavía no ha sido resuelto, pero el diagnóstico y los tratamientos creados son ejemplos de lo que podemos hacer si nos lo proponemos”.